ASÍ VESTÍAN LOS PEREGRINOS
La indumentaria
de los peregrinos medievales permitía identificarlos más fácilmente para poder
acceder a los servicios específicos de atención que se les ofrecía, pero también informaba sobre
sus motivos espirituales. Era, en este sentido, una especie de hábito cuya
significación iba más allá del uso de unas prendas y complementos apropiados
para realizar el camino.
El equipo
tradicional de referencia capa, esclavina, sombrero, calzado- experimentó pocos
cambios a lo largo de los siglos, desde que tomó forma más o menos definida en
el siglo XI hasta el final ya irremediable del periodo histórico de las
peregrinaciones por el Camino, en la segunda mitad del siglo XIX. La vestimenta
era muy semejante a la de quienes se dirigían a otros centros de peregrinación.
Esta indumentaria era adaptada por cada caminante a sus propias necesidades,
procedencia, recursos económicos y forma de entender la peregrinación, por lo
que su variedad era notable. Las prendas de vestir eran de uso común la capa y
el sombrero.
La
capa, que no debía ser excesivamente larga para facilitar el paso; la
esclavina, una sobrecapa pequeña para proteger los hombros del frío y la
lluvia; el sombrero, destinado a guarecer del agua y el sol; el calzado, por su
parte eran sandalias, aunque era frecuente ver a peregrinos descalzos; el
zurrón a modo de pequeño bolso de viaje de cuero para llevar algún alimento o
documento, y el bordón, para ayudarse ante dificultades y peligros, eran los
elementos característicos de la indumentaria de los peregrinos.
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